Por si me preguntan, si, yo la amaba. La amaba lo suficiente para no dejarla ir, para suplicarle que se quedara, que me acompañara un momento mas, que no convierta mis noches en un laberinto sin salida, que me mostrara el camino.
Que si me lo pedía, la seguiría hasta el fin del mundo, y si el fin del mundo era su boca, hubiera hecho acabar la humanidad hace mucho tiempo.
Llámenme loco, la locura no entiende de amor, pero se llevan tan bien que caminan de la mano.
Amaba su sonrisa, su facilidad para hacerme reír, sus ojos profundos, tan profundos que podías ver tu vida dentro de ellos. Y yo vi mi vida, no en sus ojos, en ella, en cada curva vertiginosa de su silueta.
Rota como Roma, inundada como Venecia, fría como Moscu, todos los lugares del mundo residían en ella, y yo deseando tanto convertirme en un viajero.
La amaba en tiempo presente, y se que es confuso pero lo hacia. Ella limpiaba mi cabeza, no dejaba que los viejos fantasmas se apoderaran de mi. Hay muchas cosas malas, quiero decir, me pasan muchas cosas malas, pero, cuando esta ella nada parece ser malo.
Uno va caminando por la vida y de repente se cruza con su sonrisa y el mundo cambia, se vuelve mas feliz, mas hermoso. Si te cruzas con sus ojos, estas perdido, condenado a amarla por el resto de tu vida.
Bueno, supongo que yo no tenia nada mejor que hacer con mi vida.