Observe como te ibas y desee reencontrarte en algún rincón de las calles que nos vieron correr juntos.
Pero no, Buenos Aires ya no nos quería. Lo único que quería era verte desnuda, pero en la cama de otro.
Y yo que podía hacer?
Me senté en un banco de aquella plaza en la que te conocí, y me fume tu recuerdo, de la misma forma en que te ame.
De a poquito, disfrutando cada pitada.
Y es que esa pequeña bajada de temperatura me recordaba a vos.
Tan fría y pálida, inmóvil
Pero sabias muy bien cuando quemar y cuando moverte.
Y cuando te movías, zarandeando ese cuerpo, la poesía se me atragantaba.
Volví a mi.
Tu risa todavía hace eco en mi cuarto, tu cuerpo en mi cama, tus jeans en el suelo.
Nuestros cuerpos haciendo música.
El gusto de tu boca no me lo saca el alcohol, el cigarrillo y mucho menos otras flacas.
Volví a mi por segunda vez.
Decidí que ya era suficiente. Ya no tenia cigarrillos para quemar tu recuerdo.
Perdón por el vandalismo.
Saque un fibron y escribí en nuestro banco: "Buenos Aires ya no nos quiere"
No hay comentarios:
Publicar un comentario